Los cigarros se extinguen en la espera,
el viento sopla tenue el umbral de la nostalgia,
un pequeño lapso de ilusión,
un pequeño mordisco a la esperanza.
Desde ya y para siempre,
las rosas brillan armonias que desconozco,
sueño en cuadros sin calor,
sin vida,
sin amor.
¿Es el momento? - preguntó sonriente, mientras mi rostro inherte dibujaba un gran silencio - Sí, afirme con la mirada - tal como lo he planeado desde antes; ha llegado la hora - ¿me acompañas? - me pusé de pie y tome su mano fria; debo decir adios - ¿para qué? ¿a quien le importa? - silencio entre los dos - tienes razón.
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