viernes, 18 de marzo de 2011

CiSa # 7615

Me detengo al borde de mi cama, saco un cigarro y poso mi vista sobre un par de zapatos desvalidos, solos, muertos de frio. Escondidos en penumbra, mimetizados con el suelo y sus grandes agujeros negros. La pared sigue congelada, he intentado ponerle color a mis días, pero todo resulta tan plano, tan vacío, tan monocromático.

Hay cosas imprescindibles en momentos como este, un buen libro de Alejandra o Alfonsina Storni. Quizás una mirada eterna que busca entre la oscuridad de la madrugada algún destello de vida menos absurda; una salida quizás.

Pero no hay tal cosa aquí y menos ahora, no hay nada que contenga el pronombre posesivo “tuyo”, “tuio” o como se quiera escribir; da lo mismo si se escribe en soledad, perdido en el silencio que solo alcanzo a romper con un silencio mayor. Debo estar perdiendo la cordura.

Leo soledades ajenas mientras me dispongo a acabar con el ultimo cigarrillo; no estoy tan solo en esto de estar solo, hay otros que también lo están, el problema quizás es haberme acobardado, acicalarme el llanto, dejarme quieto, inerte; hundirme cada día mas en lugar de romperme por completo.

¿Miedo? Quizás, pero este es un estado que contengo durmiendo. Los demás estados probablemente desenlacen en otros estados aun peor. Divago, voy de la bitácora de muerte hasta el producto1606. Recorro mis letras y otras letras. Lo fantástico de la metafísica es que carece de lógica, lo absurdo de la lógica es que no es correcta. Lo correcto es una realidad distinta a la que vivo… de nuevo desvarío.

Pronto saldrá el sol y podré esconderme tras el volante y la bocina, con sigur ros llenando los oídos, mientras mis ojos, en su búsqueda infinita, van de costado a costado intentando dibujarte en una esquina. Mientras tanto intentaré dormir.

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